martes, 5 de septiembre de 2017

CUÉNTANOS


Estaba dando clases en las aldeas cuando conocí a Mariale ella una morena, piernona y nalgona, me empezó a sacar fiesta, yo siendo un hombre serio y casado no iba a permitir semejante situación... Mentira ustedes saben muy bien que lo que tenía que pasar paso y no uno, ni dos, ni tres... Fueron tres largos años en los que compartíamos, ella se convirtió en mi amante y ha sido una de las experiencias más buenas que he tenido de pana, pero está historia no va sobre mí siéndole infiel a mi esposa sino en como me descubrieron.

Resulta que mi novia tiene un compañero que anda echándole los perros yo no tengo problema con eso ya que sería el colmo estar celoso, la jeva conversando con él le dice que no quiere, ni puede salir con él ya que esta de novia con una persona desde hace tres años, cosa que me deja bien parado a mí ya que por lo menos uno de los dos realmente respeta; en otro orden de ideas mi esposa va a la aldea y yo como soy un descarado y no tengo nada que ocultar se la presento, me explico le presento mi esposa a mi novia, con el tiempo ellas se saludan, se tratan, pero como siempre hay un pero el compañero se da cuenta que yo salgo con mi alumna y le empieza a meter ideas en la cabeza al igual que también le dice cosas a mi esposa.

Llegó el temido día mi compañero le dice a mi novia: - Viste lo vino a buscar la esposa y a mí esposa le dijo un poco antes vía mensajes de texto: - Ven a buscarlo ya que te lo vas a encontrar con la otra, pues resulta que terminamos la clase, me voy a despedir de mi novia dándole un beso en el cachete cuando esta me dice de ipso facto que ella quería que se lo diera en la boca, yo le digo: - Conchale no seas así mejor vente a mi oficina, subimos y allí nos besamos, pero cuando abro la puerta para salir me llevo la sorpresa de que estaba mi esposa junto a mi compañero y este le dijo: - Viste que andaba con ella... Yo muy tranquilo y calmado como buen abogado que soy a ambas las hago pasar a la oficina y les digo: - Sin ofensas, sin groserías y sin insultarse, ellas discutieron muy tranquilamente sin alzar la voz, resolvieron su inconveniente, intercambiaron números y hasta se encontraron al día siguiente, pero esa es harina de otro costal... La reunión termino con la pregunta de las mil lochas ella o yo? evidentemente me quede con mi esposa y bueno esa es mi historia.

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