domingo, 13 de noviembre de 2016

CUENTANOS


SEGUNDA PARTE
Horas y más Horas en el Aire
I
En esta parte de la historia ya me encuentro en Maiquetía, derramé unas cuantas lágrimas, derivadas en primer lugar de la llamada que mi adorada hermana me hiciera desde Cuba sólo para desearme buen viaje. Luego, con la despedida en el aeropuerto de mis padres, mi tía y mis mejores amigas.
Pasé por inmigración, contestando algunas preguntas capciosas de la Guardia Nacional y halagada por el piropo que me hizo el chico de inmigración: “Las chicas bonitas y abogadas suelen ser peligrosas” Compré una revista de esas estúpidas que en realidad están dirigidas para personas sin cerebro y que no me gustan, pero era lo único que había y en algo debía ocupar mi tiempo mientras esperaba. Finalmente abordé de última, porque, típico de mí decidí ir al baño justo cuando ya la cola había avanzado, pero ni modo así soy yo, no voy a cambiar porque el avión me pueda dejar.
Finalmente, después de casi 10 horas de vuelo ¡estoy en París! Parece un sueño, pero es la realidad. El vuelo no pudo haber sido mejor, casi no hubo turbulencias y, venía casi vacío razón por la que pude viajar lo más cómoda porque no había nadie a mi lado.
En Maiquetía me habían informado que el avión llegaría por la terminal 2F y yo debía abordar nuevamente por la 2E. Gran parte del tiempo se me pasó acordándome de los consejos que me habían dado: “Sigue a los chinos y así no te pierdes”. Por su parte, mi hermana, me había dicho: “Lo primero que debes hacer al llegar al aeropuerto es ver en la pantalla cuál es tu vuelo. Pero sabes que en el avión está la revista con el mapa del aeropuerto, yo una vez me aprendí el mapa de memoria – me decía ella – y en otra oportunidad arranqué la página, hasta que descubrí que me podía llevar la revista. ¿Te puedes llevar la revista del avión hermana? – pregunté  Si eres venezolana ¡Claro que sí!
A pesar de tan valioso consejo, al final me dio pena arrancar la página de la revista y mucho más llevármela (al parecer no actué como buena venezolana). Así que opté por ver el mapa y tratar de aprenderme como debía hacer la transferencia. Aunque, ya había puesto el ojo en un Chinito que estaba sentado diagonal a mí en el avión: “cualquier cosa sigo a este chino” me repetía una y otra vez.
Cuando ya faltaba poco menos de media hora para aterrizar en París, decidí aprenderme mi mapa, el aeromozo me vio un poco preocupada y me explicó cómo debía hacer el cambio de terminal. A pesar de las indicaciones del aeromozo, cuando me bajé en el aeropuerto decidí que mi mejor opción era seguir al chino: “Yo de este señor no me separo”
Y aquí estoy yo en el “Charles de Gaulle”, pisando París por primera vez en mi vida. Lo primero que ves al llegar son unas casitas que me recordaron mucho a los pueblitos que coloco en el pesebre de mi casa todas las navidades. Desde aquí puedo notar que las autopistas de París son grandes y me llamó mucho la atención que hay unas especies de túneles que tienen forma de toboganes de agua. La verdad estoy maravillada con lo poco que he visto, después de todo esta es mi primera vez en París, así que deben entender la emoción que siento.
Pero, volviendo a la parte principal debo contarles que al bajarme en el aeropuerto, seguí al chino. Nos montamos en el bus que nos llevó hasta la terminal 2F. Había aproximadamente unas 50 pantallas distintas donde estaban todos los vuelos, los cuales pasaban a la velocidad de la luz y aunque lo intenté, no encontré el vuelo de Beiging, así que le pregunté a una aeromoza y ella muy amablemente nos ubicó (a mi amigo chinito y a mí) la puerta para abordar. En el Charles de Gaulle hay unas pantallas con lector óptico en las cuales colocas el código de barras de tu boarding pass y allí salen todos los datos de tu vuelo. Caminamos un largo trecho hasta que al fin llegamos a la terminal 2E. Al pasar por el chequeo de seguridad me atendió un francés bellísimo, que estaba tal cual como me gustan: alto, flaco, de piel blanca, cabello oscuro y ojos claro, divino el niño. Me habló en francés (¡Que acento tan sexy! – pensé –) la verdad no le entendí nada. Así que el chico hizo su mejor esfuerzo para hablarme en inglés y, sólo me pidió que sacara la Laptop del bolso, luego me preguntó: Where are you from? Venezuela - le dije. Hmm ok, You are beautiful, voung voyage madame! Thank you – fue lo que atiné a decir – después de poner una sonrisita nerviosa.
Después de todo esto, ya estoy sentada esperando para abordar, mi amigo el chino está sentado a mi lado leyendo su súper libro escrito en mandarín, el cual debe ser muy bueno porque lo viene leyendo desde Caracas y yo, escribiendo la bitácora de mi viaje, tratando de recordar todo para dejar plasmado por escrito todas las experiencias que viva durante este viaje.
Ahora me pongo a reflexionar acerca de lo mucho que he cambiado con los años. Antes me daba pena ir al cine o comer en la feria de un centro comercial yo solita. Sin embargo, en este momento estoy en París SOLA y mi camino sigue hasta Xiamen sola ¡quién lo diría, la vida da muchas vueltas!
Después de 11 horas de vuelo estoy en Beiging, un reloj que veo a lo lejos me dice que son las 7:45 de la mañana del día 11 de julio. Pero en mi reloj apenas son las 7:15 de la noche del día 10 de julio. Esto del cambio de horario es algo extraño para ser honesta. El vuelo de París a Beiging estaba completamente lleno, en su mayoría por gente de China que supongo regresan a su casa y mucha gente de París que hace tours para venir a China. Esta vez sí tuve compañeros al lado de mi asiento, se trataba de una pareja asiática bastante mayor, que sólo hablaba mandarín y por eso les costaba muchísimo entender las indicaciones que dan en el avión.
Debo decir que el señor era sumamente fastidioso, prácticamente se adueñó de mi asiento y no me daba espacio para moverme. Además me adoptó como la operadora oficial de su televisión, porque a cada rato me molestaba para que le pusiera el itinerario de vuelo. Él me tocaba el hombro, me señalaba primero su TV, después se señalaba sus ojos y por último me señalaba la TV del avión. Era como si quisiera decirme “yo quiero que sintonices esa imagen en mí TV”
Finalmente, estoy en el aeropuerto de Beiging, es un aeropuerto sencillamente espectacular, e inmenso. He tenido que preguntar aproximadamente a 18 personas distintas dónde debo tomar el vuelo hacia Xiamen. Por fortuna, llegué sin muchos problemas para el check in y debo esperar un largo rato para abordar.
En el aeropuerto volví a conseguirme con mi amigo el chino, quien se despidió de mí y me deseo un feliz viaje. Es el único caballeroso que he conocido, porque acá la gente no es para nada amable, me ven pasando trabajo con las maletas y son incapaces de ayudarme. Más bien, ni siquiera respetan las colas, ellos llegan se meten de primero y se quedan como si nada (y después hablamos mal de los venezolanos)
Después de casi 5 horas de espera, abordé el avión rumbo a Xiamen. Fue el único vuelo donde hubo bastantes turbulencias, pero yo hice caso omiso de las mismas y me eché a dormir. Me pareció rápido el vuelo, no sé si porque me dormí o porque después de tener dos vuelos uno de 10 horas y el otro de 11, el que duró 3 me pareció súper rápido.
En la entrada del aeropuerto me estaba esperando un chico del seminario (Thomas) me recibió con muchísimo cariño y había una señora que no dejaba de tomarme fotos (Mama huhu). La señora me abrazó y me besó como si fuésemos viejas amigas que teníamos mucho tiempo sin vernos, hasta me tomó de la mano para montarnos en el carro que nos llevó al hotel.
Uno viene a China e imagina que todos los edificios tienen esa forma tan particular de pagoda pero acá no es así, Xiamen es una ciudad bastante moderna y muy bonita. La señora, viene hablando en  un feroz mandarín con el taxista, debe ser una conversación muy interesante y cómica porque los dos se ríen. Si hablaron de mí, no tengo forma de saberlo porque no les entendí nada, sólo me concentré en ver la ciudad.
En el hotel me recibió otro de los organizadores del Seminario (John) muy amable, me guardó mi pasaporte y mi pasaje electrónico por razones de seguridad. Me llevó hasta la habitación y me explicó cómo funcionaban las cosas (luces, TV, nevera) La habitación es grande, aunque la cama es un poco dura para mi gusto y después de varias semanas me enteré que yo fui la única del seminario que tuvo cama matrimonial, a todos los demás les tocó habitación con 2 camas individuales. No en vano me gané el apodo de la bella princesa de Venezuela.
Intenté ver tv, pero fue inútil, todos los canales estaban en mandarín y no entendí absolutamente nada de lo que decían. Así que conecté mi iPod a la Laptop y me puse a escuchar a Alejandro Sanz, mientras acomodaba mis cosas y tomaba un buen baño. A las 6 pm (hora Xiamen) me llamaron para asistir a la cena. Dormí un rato antes de eso y luego baje. Sólo pusieron comida típica, nada de sapos, ni insectos, perros o gatos. Sólo pollo, carne de res, mariscos y cerdo en todas sus formas.
La comida tiene muchísimo picante, por eso sólo opté por comer un poquito de pasta y luego una cucharada de arroz con 1 pieza de pollo. Seguí los consejos de mi mamá y no me atreví a comer nada de mariscos y las sopas no quise probarlas porque parecían agua sucia.
En la mesa estaban los organizadores del Seminario y algunos de los invitados: 2 de Ghana, 2 de Jamaica, 2 de Fiji, 1 de Sri Lanka. Hablé un poco con el chico de Jamaica y uno de los de Ghana. Son bastante simpáticos la verdad. Yo pregunté a una de las organizadoras del evento, si era la única de Latinoamérica y me dijo que no, que había alguien de Uruguay. Pensé que por fin iba a llega alguien que hablara mi mismo idioma, así no me siento tan sola. Este pensamiento debió haberse notado en mi cara porque el chico de Ghana me dijo que no me sintiera sola que todos ellos iban a ser mis amigos. Y eso fue todo, ahora estoy en mi habitación, lista para dormir, y esperando a que amanezca a ver qué nuevas sorpresas tendré a partir de mañana que comienza el Seminario.

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